Diario de viaje Japón: Takayama

por Cristina Monsalvo
Takayama, Japón

7 de Octubre – Takayama

Se nos acaba el tiempo en Tokio, hoy nos marchamos de la capital japonesa después de una semana llena de actividad, y el destino es Takayama, en los Alpes japoneses.
Hacemos el check-out en el hotel y recurrimos a la opción del envio de equipaje. Como en Takayama vamos a pasar nada más dos noches, hemos decidido que la maleta más grande nos la manden directamente del hotel de Tokio al de Kioto. Casualmente son de la misma cadena, pero eso hubiera dado igual. Para registrar todos los datos y saber el precio del envío miden y pesan la maleta, toman nota de como es y calculan el importe. En nuestro caso no llegó a 18 euros quitarnos ese peso de encima.
Así que ligeros de equipaje nos vamos a la estación de tren de Shinjuku desde donde iremos en tren a Nagoya con una parada intermedia para cambiar de tren en Shinagawa. En Nagoya tenemos que cambiar de tren y tomar otro que nos lleva a través de las montañas y junto al río Hida hasta nuestro destino. Este último tramo es una preciosidad, además luce el sol y las vistas desde la ventana de tren nos tienen entretenidos hasta que llegamos a Takayama. En total el viaje son casi cinco horas, pero entre los cambios de tren y las vistas no es tan pesado como pueda parecer.
Cuando llegamos a nuestro destino, luce el sol y nos quedan aún unas cuantas horas para conocer esta pequeña ciudad. El hotel en el que nos alojamos, el Takayama Green hotel, está un poco alejado del centro pero cuenta con un servicio gratuito de traslado desde y hasta la estación de tren. Cuando salimos a este lugar que aún no conocemos enseguida nos encontramos con un microbus que nos espera y nos conduce hasta el hotel. La habitación aún no está disponible, de modo que dejamos en consigna nuestro equipaje y con la guía y la cámara de fotos regresamos al centro de la ciudad utilizando de nuevo el servicio de transporte gratuito.

Desde la estación que es donde nos deja el bus, nos acercamos en primer lugar al templo Hida Kokubun-ji, un pequeño recinto en cuya puerta vemos por primera vez las saru-bobo, las muñecas rojas recuerdo de las que las abuelas hacían a sus nietos con trozos de retales. Del templo lo que más no llama la atención es la pagoda de tres pisos y el gran árbol gingko lleno de nudos.

 Hida Kokubun-ji

Al salir del templo avanzamos por la calle principal hasta el puente sobre el Miya-gawa, el río que atraviesa la ciudad. Paseando por calles donde las casas son tradicionales, salimos a Yasagawa-dori, la avenida que nos lleva al distrito de Teramachi. Allí nos espera un precioso paseo a través de cementerios budistas y templos, pasamos de uno a otro casi sin darnos cuenta mientras el sol va tiñendo todo de dorado. Es un paseo increíble y muy recomendable que tuvimos la suerte de hacer prácticamente en soledad, pues tan solo nos cruzamos con un par de monjes y otra viajera.

Teramachi

Acababa el día y se hacía hora de cenar, por aprovechar a tope la luz no habíamos comida nada. Así que regresamos a la avenida principal de la ciudad, pero encontramos que muchos de los restaurantes solamente abrían al mediodía… así que recurrimos a los lugares recomendamos en Tripadvisor, y acertamos. Cenamos en Ebihachi, un restaurante donde se puede probar una fantástica tempura sentado a la barra del local.

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Había que volver al hotel, y ya no podíamos hacerlo en el bus para los clientes porque el servicio acababa a las seis, de modo que volvimos dando un paseo que resultó más cómodo de lo que habíamos pensado por la distancia. Ya estaba nuestra habitación preparada, habíamos elegido estilo japonés y fue algo diferente ver como las camareras abrían armarios para montar las camas en pocos minutos y dejar el espacio listo para la noche.

TAKAYAMA GREEN HOTEL

Pero antes de acostarnos teníamos algo pendiente. El hotel es enorme y en cualquier pasillo te cruzas con japoneses ataviados con la correspondiente bata que van o vienen del onsen que es magnífico además de incluido en el precio. Yo no podía utilizarlo porque tengo un tatuaje y el acceso a estos baños está restringido a cualquier persona tatuada. Así que tuvimos que recurrir a la opción B, que era un mini onsen de pago perteneciente al gran supermercado del hotel. Seguro que no es lo mismo, pero a mi como experiencia me sirvió acceder a ese espacio tan relajante donde me pude sumergir en un bañera de piedra con agua a alta temperatura. Nos quedamos super relajados y podemos decir que dormimos como bebés…

8 de Octubre

Nuevo día en Takayama. Después del desayuno (nos lo organizamos en la habitación con galletas, zumo y tés) nos vamos en el bus del hotel a uno de los dos mercados matutinos de la ciudad, el Jinya-mae. Está situado en una plaza delante del Takayama-jinya, un edificio del gobierno perteneciente al periodo de uno de los sogunatos. No visitamos este edificio, y creo que fue por la decepción que me entró con el mercado. Acostumbrada a los mercados asiáticos llenos de vida, color y gente por todas partes este de Takayama me pareció casi un decorado: pocos puestos, todo extremadamente limpio (bueno, es Japón, no debía haber esperado otra cosa) y pocos productos a la venta, apenas unas verduras y unas flores. Ni fotos hice….

Nos pusimos a caminar en busca de las más bellas calles de la ciudad, que se encuentran en el distrito de Sanmachi. Son un puñado de largar y ordenas calles llenas de viviendas tradicionales, muchas de las cuales se han convertido hoy en tiendas de recuerdos o bien cuelga en su puerta una gran bola de cedro que indica que ahí se vende sake. En una de esas tiendas compramos una pequeña tetera de cerámica que se convirtió no solamente en el recuerdo físico que tenemos en casa, si no también en el de una nueva y especial experiencia de compras en Japón.

Takayama, Japón

Paseando por esas calles nos fuimos acercando al otro mercado matutino de la ciudad, pero la verdad es que encontramos lo mismo: orden, limpieza, tiendas de recuerdos y algún puesto con verdura ordenada y casi lista para comer. De nuevo no me entraron ganas de sacar la cámara….
Con la decepción de los mercados y el buen sabor de boca de las calles del casco antiguo, nos fuimos a buscar la parada del bus en la estación de tren para llegar a Hida-no-sato, una aldea tradicional montada con casas reconstruidas de distintas partes de la región, todas ellas situadas alrededor de un lago y en la ladera de una montaña un poco por encima del nivel de Takayama. Las casas se pueden visitar por dentro, contemplar como era la vida de granjeros y ganaderos, pasar un rato con juegos típicos o vestirse con ropas de la zona para hacerse una foto. Hacen falta unas tres horas para ver todo con tranquilidad. ¡Ah! Y para entrar en las casas hay que descalzarse… imagino que invierno puede ser terrible el frío.

Hida-no-Sato, Takayama, Japón

Hida. no-Sato, Takayama, Japón

Terminada la visita volvemos en bus a la estación de tren de Takayama para acabar con las visitas en la ciudad. Nos dirigimos en primer lugar a una de las más importantes casas de mercaderes de la ciudad convertida hoy en museo y que aparece en diferentes publicaciones de arquitectura: Yoshijima-ke. El interior no tiene ningún ornamento por lo que se puede disfrutar del edificio y contemplar los diferentes espacios construidos en madera, con grandes vigas y paneles de papel en la zona privada de la casa. Constantemente tienen un puchero con caldo del que se puede tomar una taza que te sirves tu mismo.

Yoshijima-ke

El 9 de Octubre hay una famosa festividad en Takayama, el Hachiman Matsuri, durante la cual una serie de enormes carrozas desfilan por las calles de la ciudad y acude gente de toda la región para participar. Por ello algunos de los almacenes donde guardan esas carrozas tienen sus puertas abiertas para que los visitantes los puedan ver. Nosotros de camino a uno de los santuarios de Takayama pudimos ver uno de esos almacenes abiertos.

La última visita del día será el santuario Sakurayama Hachiman-gü que se encuentra en la ladera de la montaña y al que se accede por unas escaleras que comienzan detrás del torii de entrada. En el recinto se esta preparando todo para la fiesta del día siguiente… pero el cielo comienza a ponerse oscuro y el pronóstico no es nada bueno: lluvia todo el día.
La calle que lleva al santuario se ensancha justo antes del torii y en ella hay un gran número de tiendas de recuerdos, algunas de tallas de madera maravillosas a unos precios que no lo son en absoluto. Así que lo que nos terminamos comprando son unos calcetines la mar de graciosos.

Sakurayama Hachiman-gü, Takayama, Japón

Entre visita y visita se hace la hora de cenar, y ya tenemos claro que queremos probar algún plato de ternera de Hida. Tenemos referencias por la Lonely Planet de un restaurante en Shimo-Ni-no, una de las calles principales de Takayama. Nos vamos hacia allá y encontramos un lugar informal anexo a un impoluta carnicería. La carta es breve, tres opciones de carne con diferentes salsas. Pero como solamente está en japonés, pues decidimos por la foto y la verdad es que acertamos. Lo que nos sirven son unos grandes cuencos de carne guisada muy sabrosa. Para mi gusto bien para probarla, pero quizás un poco grasa, aunque al parecer eso es lo que la hace tan jugosa. No puedo compartir las fotos porque no las encuentro, pero si dejar el nombre del local: Takumi-ya.

Con la tripa llena nos vamos al hotel dando otro paseo y al llegar mientras yo preparaba la maleta Arturo se marchó al gran onsen del hotel. Una pena no haberlo podido probar yo….

9 de Octubre

Tal y como el pronóstico del tiempo decía, amanece lloviendo y con ganas. Y parace que será así todo el día. Tenemos que decidir que hacer. Nuestra idea inicial era aprovechar toda la mañana para irnos a conocer Shirakawa-gö y por la tarde salir hacia Kioto. Pero con este tiempo tan poco agradable pensamos que lo mejor es marcharnos tranquilamente de Takayama, ya que nos dicen que las carrozas tampoco podrán salir si la lluvia continúa.
Así que terminamos de hacer maletas y nos marchamos en el bus a la estación para coger el tren dirección Nagoya y desde allí a Kioto.

Sayonara, Takayama

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