Diario de viaje Japón: Okayama

por Cristina Monsalvo
Castillo de Okayama

16 de Octubre – Okayama

Pasado el tifón del día anterior, con el cielo cubierto y temperaturas más bajas, salimos de Kioto para ir a visitar Okayama. El viaje lo hacemos en un tren shinkansen y tardamos una hora y cuarto en llegar a nuestro destino. El motivo principal para ir a esta ciudad es visitar uno de los tres mejores jardines del país, el Köraku-en.

Al salir de la estación sigue cubierto y hace mucho aire, dudamos si subir la avenida que nos llevará al castillo y al jardín, pero parece un paseo agradable, de modo que finalmente caminamos por una amplia avenida cuyas alcantarillas muestran la cara de Momotarö, el niño héroe que derrotó a los demonios y que es uno de los cuentos infantiles más populares de Japón.

Alcantarilla de OkayamaAlcanzamos la zona del castillo, el Okayama-jö, el cual está situado junto al río Asahi, en el que se refleja su imponente exterior. También se le conoce como el castillo del Cuervo. Lo que queda hoy día es solamente una parte de lo que fue uno de los castillos más grandes de Japón, y fue reconstruido a mediados del siglo XX. Para entrar hay un ticket conjunto que también da acceso al Köraku-en, por lo que nuestra intención inicial era acceder al castillo aunque no habíamos leído que fuera especialmente interesante, pero resultó que había una exposición temporal lo que hacía que hubiera que pagar un importe extra elevado, así que nos conformamos con verlo por fuera.

Castillo de OkayamaTan solo hay que cruzar un puente desde el que hay una bonita perspectiva del Okayama-jö junto al río para llegar al . A la entrada de los jardines pagamos nuestro ticket y nos adentramos en un espacio cuidado en cada detalle y sin duda pensando para ser admirado. Tiene una preciosa pradera en torno a un estanque con isla y puente incluidos, en torno a la cual el jardín está divido por zonas en cada una de la cuales crece un tipo de vegetación determinado: té, lotos, pinos, bambú… Mientras se pasea por los senderos es como encontrarse en jardines distintos, todos igualmente cuidados.

Puente de OkayamaTambién llegamos por uno de los senderos a la parte del jardín desde la que se ve el castillo sobre el río. En ese momento empezaban a retirarse las nubes dejando un cielo de un azul intenso con manchas blancas de alguna nube.

Linternas de piedra, casas de té y otras edificaciones se reparten por el recinto del jardín. En un lateral pudimos comprarnos un delicioso helado de mango (aunque no hacia mucho día de helados, la verdad) y sentarnos en un banco a hacer lo mismo que los japoneses con lo que nos cruzamos: contemplar y disfrutar de lo que había delante de nosotros.
Después subimos a una especie de mini montañita que hay en el centro de la pradera y desde donde se puede ver todo el recinto del jardín e incluso un poco más allá el castillo. Otra de esas vistas especiales de las que Japón parece querer tener un record.

DSC_0468Cuando terminamos de ver el jardín no podemos evitar volver al castillo para hacer alguna foto más ahora que ha salido el sol. Está tan cerca que no nos cuesta trabajo y conseguimos algunas instantáneas mucho más bonitas de las que hicimos unas horas antes.

Castillo de OkayamaRegresamos andando tranquilamente a la estación de tren desde donde cogeremos de nuevo el tren que nos lleve a Kioto, donde aprovechamos que no es demasiado tarde para cenar en la zona de Ponto-chö. Y coger fuerzas para nuestro penúltimo día en Jápón en el que visitaremos Nara.

 

 

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