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Diario de Puerto Rico: día 5. Cavernas del río Camuy y Arecibo

por Cristina Monsalvo 16/01/2017
Arecibo
Si quieres saber qué hacer en Arecibo y las Cavernas de Camuy,
el contenido lo encontrarás actualizado en el post
sobre Arecibo
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Puerto Rico

Diario de Puerto Rico: día 4. Isla Culebra y Playa Flamenco

por Cristina Monsalvo 13/01/2017
qué ver en Puerto Rico

7 de diciembre 2016

Nuevo día en Puerto Rico, al abrir las cortinas por primera vez vimos un cielo sin nubes y al comprobar el pronóstico del tiempo parecía que de verdad el sol nos iba a acompañar toda la jornada. Podríamos ir a pasar el día a Isla Culebra con la esperanza de que la lluvia no nos visitaría ese día.

Teníamos los horarios de los ferrys que unen cada día Fajardo con Isla Culebra, nosotros queríamos irnos en el de las 9 de la mañana o de otro modo sería muy poco el tiempo del que podríamos disponer para disfrutar de nuestro destino final del día: Playa Flamenco. Desayunamos como cada día en el restaurante Las Brisas del Hotel El Conquistador, subimos a por nuestras cosas a la habitación y salimos pasadas las ocho de la mañana hacia el embarcadero de donde partiría nuestro barco.

Nos habían aconsejado no ir con la hora muy pegada ya que para los barcos que van a Isla Culebra tienen garantizado que van llenos y nunca venden los tickets con antelación, solamente en el mismo día y es mucha la gente que viaja cada mañana desde Fajardo. Nosotros pensábamos que íbamos con tiempo, cuando de repente al final de una calle nos encontramos con un buen atasco. Por las indicaciones que nos habían dado parecía que estábamos cerca del puerto… pero había que llegar.

Eran las ocho y media, yo veía que aquello no avanzaba y me estaba poniendo de los nervios. Si perdíamos ese barco el siguiente a Isla Culebra no saldría hasta las 3 de la tarde y ya no podríamos disfrutar del día de playa que habíamos imaginado. Poco a poco fuimos avanzando y alcanzamos la zona del puerto, allí seguía habiendo mucho tráfico, teníamos que aparcar e ir a comprar los tickets. Decimos dividirnos, Arturo se fue en busca de un parking para dejar el coche (o pagas o en esa zona está complicado estacionar un vehículo) y yo a comprar los billetes para el barco.

Habíamos llegado a tiempo y a las nueve menos diez estábamos los dos en la fila para subir al barco que nos llevaría a Isla Culebra. Con nosotros había algunos extranjeros más, pero la mayoría eran grupos de puertorriqueños que iban a pasar el día a la isla. Llevaban sillas, sombrillas, neveras, flotadores… y nosotros nuestra bolsita con dos toallas y el bronceador. Íbamos bien ligeros, estaba claro. Y así, entretenidos mirando a unos y otros se pasó la hora del embarcar, dieron las nueve y media y allí seguíamos como pasmarotes.

Tanto correr y ese día el barco iba a salir tarde. ¡¡Bien!! Finalmente fuimos subiendo al barco y tomando asiento, en esas embarcaciones se venden las plazas justas para las personas que pueden ir sentadas, está prohibido ir de pie. Nos explicaron donde estaban los salvavidas y las salidas de emergencia (el mar estaba calmado, pero claro, vete a saber cuando puede llegar una ola tan grande que te juegue una mala pasada), todo parecía correcto cuando por fin  salimos rumbo a Isla Culebra y nuestra deseada Playa Flamenco.

Eran casi las once cuando por fin bajamos del barco, tocaba coger un taxi para ir hasta la playa y eso fue muy sencillo. Nada más tocar tierra encontramos a un buen número de taxistas con carteles indicando “Playa Flamenco ida 3$, I/V 5$”. Nos acercamos a uno de ellos y nos llevo hasta una pequeña furgoneta en la que con otros 8 viajeros viajamos hasta la playa más bonita de Isla Culebra. De esa playa dicen que es una de las mejores del mundo, nosotros desde luego nos quedamos encantados desde le minuto uno: poca gente, un enclave paradisíaco, aguas turquesa, arena blanca y fina, palmeras bajo las que tumbarse a no hacer nada….

Isla Culebra

Vimos que allí se podían alquilar sombrillas y sillas, pero ¿quién quiere una tela sobre la cabeza pudiendo tener las hojas de una palmera?. Nos acomodamos y recibimos una visita: las gallinas que campean por la playa como si fueran gaviotas. Algo que yo nunca había visto. Eran la mar de confiadas, se acercaban sin ningún miedo a ver si les caía una miga de alguna patata que alguien pudiera estar comiendo. Pasamos el día en la playa entre paseos, baños, fotos, alguna cerveza (comprada en los chinchorros que encontramos junto al parking donde nos dejó el taxi) y ratitos de lectura. El cielo estuvo azul todo el día y disfrutamos de uno de esas jornadas en las que uno no hace nada especial pero que le saben a gloria. Aunque ahora que lo pienso, visitar Isla Culebra y Playa Flamenco es algo realmente especial.

Isla Culebra

A las cinco teníamos que estar de nuevo en el puerto de Isla Culebra, el último barco que va a Fajardo salía a esa hora. Nos teníamos que despedir de Playa Flamenco, sin duda una de las playas más bonitas del mundo. A las cuatro dejamos atrás la playa para volver al parking donde nos habían dejado por la mañana y buscar al taxista al que habíamos pagado en el puerto. Allí estaba esperando pasajeros y en unos 15 minutos estábamos ya en el puerto. Dimos una vuelta por la zona, vimos los adornos navideños con aire caribeño y esta vez puntualmente abandonamos la pequeña isla para volver al hotel.

Cuando llegamos a Fajardo ya era de noche (a la seis de la tarde en diciembre allí toca encender la luz), nos fuimos al parking, pagamos los 5 $ del estacionamiento por todo el día y nos marchamos al hotel. Una buena ducha, un rato de lectura frente al mar… y cuando nos dimos cuenta era la hora de cenar. Nuestro hotel estaba alejado de todo, no quedaba más remedio que salir con el coche.

Nos dirigimos a un restaurante que nos había recomendado un matrimonio puertorriqueño en el barco a Isla Culebra, pero cuando llegamos no había absolutamente nadie, y no nos animamos a quedarnos. Buscamos otras opciones, incluso quisimos repetir en el que cenamos dos días antes, pero o estaban cerrados, o no nos gustaba el lugar o era demasiado solitario. Pasamos una hora de acá para allá…¡¡¡para terminar cenando en un Burguer King!!! Somos lo peor pero en serio que la cosa no era nada sencilla… En cualquier caso cenamos unas sabrosas hamburguesas… al día siguiente ya se nos daría mejor.

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DormirPuerto Rico

Dormir en San Juan: Hotel Villa Herencia

por Cristina Monsalvo 11/01/2017

Si el objetivo de vuestro viaje a San Juan de Puerto es conocer la ciudad colonial, no hay duda de que la mejor opción para dormir en San Juan es el centro histórico de la ciudad. En las calles del Viejo San Juan hay multitud de pequeño hoteles, alguno de ellos ocupan antiguas casas coloniales. Otro, algún convento restaurado. La mayoría son muy atractivos y cómodos, pero en general, ninguno es barato.

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Puerto Rico

Diario de Puerto Rico. Día 3: El Yunque y Luquillo

por Cristina Monsalvo 09/01/2017
El Yunque y Playa de Luquillo

6 de diciembre 2016 – Nuevo día en Puerto Rico… y lo mismo que el día anterior parece que la lluvia nos iba a acompañar durante parte del día. Nuestra primera idea para esta jornada era pasarla en Playa Flamenco, pero al consultar el tiempo el pronostico indicaba que el sol iba a lucir más al día siguiente, de modo que hicimos un pequeño cambio de planes e invertimos el orden del día. Decidimos que después del desayuno cogeríamos el coche para visitar uno de los lugares más destacados de la isla: el Yunque. A las 8:30 ya estábamos listos para salir rumbo a nuestro destino para esa jornada.

Desde nuestro hotel ubicado en Fajardo llegar hasta el bosque pluvial El Yunque es realmente sencillo. Tan solo tuvimos que salir a la autopista que habíamos recorrido dos días antes para volver sobre nuestro pasos, teníamos que conducir unos kilómetros dirección San Juan, y pasada la playa de Luquillo ir atentos a las señales. Así nos lo indicaron en el hotel, y nosotros hicimos todo tal y como nos dijeron. En apenas 20 minutos ya habíamos encontrado la desviación que indicaba El Yunque, allí abandonamos la autopista para entrar en la carretera que iba ascendiendo montaña arriba. A las nueve de la mañana y bajo un buen aguacero pasábamos delante del centro de visitantes de El Yunque, un edificio en el que se aporta todo tipo de información sobre este bosque de Puerto Rico. La entrada es de pago, pero solamente a ese lugar, el acceso al bosque es totalmente gratuito.

Mientras íbamos subiendo la montaña dejó de llover, algo que agradecimos para poder bajar del coche y visitar el primer lugar destacado de El Yunque: la cascada de La Coca. Unos metros antes de llegar a ese punto ya hay señales indicando que está a corta distancia y un poco antes encontramos un parking donde estacionar el coche para seguir andando hasta la cascada. Allí encontramos una de las imágenes más típicas del bosque: agua que cae sobre grandes piedras verticales, musgo, abundante vegetación y cómo no, el sonido de la rana coqui como música de fondo. Lo cierto es que esta cascada no es nada espectacular, pero es parada obligada en el recorrido por el bosque. Al llegar nosotros a ese punto no había absolutamente nadie, pero cuando nos marchamos unos minutos más tardes dejamos allí a un buen grupo de visitantes.El YunqueDe nuevo con el coche seguimos ascendiendo hacia el siguiente lugar que había que visitar: la Torre Yokahú. El edificio en si no tiene nada, pero es ineludible subir a lo más alto de la torre, desde allí las vistas son realmente espectaculares. Se puede ver todo El Yunque, todo es de un verde intenso mires donde mires. En algunos lugares vimos pequeños puntos rojos, eran las flores del flamboyan, el árbol nacional de Puerto Rico. Pero lo mejor sin duda es que al mirar al este, allí donde acaba el bosque y su color verde, empezaba el azul del Caribe. Y basta darse la vuelta para distinguir el pico El Yunque, una elevación de poco más de 1,000 metros de altura a la que se puede llegar por un sendero de 4,400 metros para disfrutar de las mejores vistas del lugar. Nosotros confieso que nos conformamos con disfrutar de las vistas desde la Torre… demasiado calor y humedad para hacer esa ruta por muy buenas que fueran las vistas desde lo alto.El YunqueLo que si queríamos hacer era la ruta que nos llevaría a la Cascada de la Mina, probablemente el punto más popular de El Yunque. El camino que lleva hasta ella es uno de los muchos que tiene el bosque adaptados para que los visitantes puedan pasear rodeados por una exuberante vegetación, nosotros vimos en un plano que hasta esa cascada se podía llegar por la vereda de los árboles grandes, así que cuando encontramos el parking que señalaba ese punto, dejamos allí el coche. Justo al comienzo del camino había un grupo de trabajadores y yo me acerqué a preguntar si esa era la ruta más acertada para llegar a la cascada. Uno de ellos muy amablemente me indicó que era mejor ir por la ruta que comenzaba más arriba pues el paseo nos llevaría junto al río y era mucho más bonita. Le di las gracias y le dije a Arturo que mejor dábamos un pequeño paseo por la vereda de los árboles grandes y luego hacíamos caso al hombre que me había dado la información para recorrer el otro camino hasta la cascada. Así lo hicimos y mientras dábamos ese pequeño paseo entre grandes árboles Arturo me comentó que esos trabajadores con los que había hablado eran reclusos de alguna carcel puertorriqueña. Mientras yo hablaba él se había fijado en los coches, los policías, las pistolas, los uniformes… Bueno, solo puedo decir que serían presos pero desde luego de El Yunque parecían saber mucho.

Para llegar a la Cascada de la Mina fuimos con el coche hasta un parking que había unos kilómetros más arriba, desde allí comenzamos nuestro paseo que primero nos llevó junto a una especie de merenderos, pequeñas casetas con tejado, mesas, bancos y hasta pequeñas barbacoas. Encontramos muchas de ellas y nos quedó claro que El Yunque es un lugar al que lo boricuas acuden a pasar el día, algo así como cuando los madrileños subimos a pasar el día a la sierra con los amigos o la familia, solamente que en el bosque donde estábamos eso de ponerse a jugar al balón parece complicado, es tanta la vegetación que queda poco espacio para correr o jugar  con los niños. Nosotros continuamos el paseo junto al río, un lugar agradable, de esos en los que el sonido del agua se mezcla con el de la hojas de lo árboles y el de la ligera lluvia que caía cada poco tiempo. Hacía calor y la sensación de humedad era cada vez mayor, de modo que cuando llegamos a la cascada que buscábamos entendí perfectamente que tanta gente se quedara en bañador para darse un chapuzón bajo la caída de agua. Creo que fue el lugar más bonito que vimos que El Yunque, aunque lo cierto es que había bastante gente y eso mermaba ese encanto de lugar perdido en mitad del bosque.El YunqueRegresamos sobre nuestros pasos para volver al coche y abandonar el bosque pluvial El Yunque. Para ello tomamos de nuevo la carretera hacia Luquillo, y al llegar abajo encontramos que el día lucia realmente soleado. Decidimos entonces que la tarde la íbamos a aprovechar en la playa del hotel, pero no sin antes hacer una parada para ver la playa de Luquillo y esos chinchorros (bares y restaurantes) tan famosos que hay allí. Tardamos cinco minutos en encontrar la desviación, aparcamos el coche y nos fuimos a la playa. Encontramos que la estaban arreglando, haciendo nuevos caminos, creando algunos jardines y adecentando algo más la zona. Aún así nos quedó claro que la playa de Luquillo con su gran extensión de arena y palmeras es sin duda una excelente playa a la que acudir a pasar el día.

El Yunque y Playa de Luquillo

De nuevo en el hotel cambiamos pantalones por bañadores, cogimos los bronceadores, unas cervezas frías de nuestra nevera de la habitación, los libros y nos fuimos hacia el barco que nos llevaría a Isla Palomino, la playa del hotel. Estaba claro que íbamos a tener suerte esa tarde y que iba lucir el sol. A las dos ya estábamos subidos a la lancha que nos iba a llevar a la playa con ganas de darnos un buen baño y descansar al sol. Dimos algún paseo e incluso saltamos la vaya que separa la parte privada de Isla Palomino de la pública para poder caminar por ese arenal sin hamacas ni sombrillas, un lugar al que solamente se puede llegar si tienes un barquito que te deje allí.El Yunque e Isla palominoEl último barco para regresar al Hotel El Conquistador salía de Isla Palomino a las 17:30, nosotros aguantamos hasta esa hora en la playa para volver a nuestra habitación a última hora de la tarde. Una ducha, una cerveza, vestirse y salir a cenar. Por la mañana habíamos visto un chinchorro en Luquillo que nos había gustado bastante y hacia allí nos fuimos a cenar. Su nombre es El Terruño, estaba mucho más animado que otros y además resultaba mucho más bonito y acogedor. No tuvimos duda en cenar allí, pedimos cerveza y probamos por primera vez uno de los platos más típicos de Puerto Rico: el mofongo. Arturo lo eligió con camarones y yo con una deliciosa carne con salsa de guayaba. Cenamos muy bien y comprobamos de nuevo que Puerto Rico no es barato, teniendo el lugar lo que habíamos cenado y el lugar esta claro que en otros muchos lugares hubiéramos pagado la mitad por lo mismo. Pero cuando se está de vacaciones tampoco es cuestión de racanear, al fin y al cabo se viaja para aprender y disfrutar, y la gastronomía nos enseña y nos hace pasar un rato agradable alrededor de la mesa.

Nos fuimos a la cama con la ilusión de que al día siguiente nos esperaba un lugar especial: Isla Culebra y Playa Flamenco.

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Compras

El taller de las hadas, magia en Madrid

por Cristina Monsalvo 06/01/2017
El taller de las hadas

Madrid está llena de lugares encantadores pero os aseguro que pocos tienen la magia de una pequeña tienda que descubrí por casualidad el otro día: El taller de las Hadas.

Había visitado con mi sobrina una exposición en el Caixa Forum y salimos para ir paseando hacia la Puerta del Sol cuando de repente algo nos llamó la atención: en la oscuridad de la noche vimos una luz rosada, tutus que parecían querer salir volando y pequeños zapatos brillantes. ¿Qué era aquello? Nos acercamos curiosas para descubrir que estábamos ante El taller de las hadas, una pequeña tienda que destila magia en cada rincón.

El taller de las hadas

Estábamos mirando con asombro cada pequeño artículo que aparecía ante nosotras cuando se nos acercó Pilar León, dueña de este reduzco dedicado a hacer realidad los sueños de muchas niñas… y también de algunas madres. Nos invitó a entrar y nos fue mostrando con amor todas sus pequeñas creaciones, desde sonrientes hadas a varitas mágicas de color rosa que se pueden personalizar a gusto de su futura dueña.  Encontramos pequeños sombreritos decorados con flores, cojines para guardar esos dientes que recogerá el Ratoncito Pérez, cestas cubiertas de plumas perfectas para guardar esos secretos que solamente las hadas conocen…

El taller de las hadas

La parte delantera de El taller de las hadas está destinado a tienda, allí se muestran con mimo todos esos complementos que convertirán a cualquier pequeña en la más bonita de las hadas. Pero es en la trastienda donde de verdad ocurre la magia. Entre cintas, estrellitas, mariposas de colores y cientos de adornos llenos de brillo es donde Pilar convierte el más sencillo de los objetos en algo encantador. Sus manos parecen estar hechas para esto, su imaginación no tienen límites… por eso dejó su trabajo como economista para compartir sus sueños con todo el que quiera cruzar el umbral de El taller de las Hadas.El taller de las hadas

El Taller de las Hadas

Calle Alameda nº 8 – Madrid

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EuropaLituania

Qué ver en Vilnius, 3 días en la capital de Lituania

por Cristina Monsalvo 04/01/2017
viajar en diciembre vilnius

Sin el encanto medieval de Tallin o la impresionante arquitectura art nouveau de Riga, la capital lituana, a pesar de poseer el mayor casco antiguo barroco de Europa, parece estar a la sombra de las capitales de sus países vecinos. Los visitantes que llegan a ella lo hacen en muchos casos por completar el recorrido por Estonia, Letonia y Lituania. Sin embargo Vilnius por si sola merece ser visitada para recorrer sus calles, descubrir su historia, degustar la gastronomía de Lituania y entender porque es conocida como “la ciudad de la iglesias”. Nosotros dedicamos tres días a conocer esta ciudad y en base a nuestra experiencia os cuento qué ver en Vilnius.

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¡Hola! Mi nombre es Cristina, madrileña y apasionada de los viajes. Desde hace casi una década escribo mis experiencias por el mundo en Kris por el Mundo. Aquí podéis encontrar recomendaciones, curiosidades y muchas ideas para organizar vuestros propios viajes.

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