Durante nuestro viaje a Japón sería mi cumpleaños, y le dije a Arturo que si el regalo podría ser vestirme de geisha. Me dijo que si, e inmediatamente me puse a buscar en internet posibilidades para ello. La primera conclusión a la que llegué fue que Kioto era el lugar perfecto, pues era donde más estudios dedicados a ello había. La segunda fue que era algo caro. Pero como era un regalo y Arturo no le pareció mal, seguí adelante con la idea.
Muy cerca del río Tajo hay una zona de Lisboa que hace no mucho era un lugar donde encontrar marineros en busca de bares y de las prostitutas que ejercían su trabajo. Se trata de Cais do Sodré, un lugar entre sórdido y enigmático que desde hace unos años ha cambiado radicalmente de aspecto tras la marcha de las prostitutas y el cambio de aspecto al pintar de colores la Rua Nova de Carvalho. Ahora es una zona de vida nocturna con bares, restaurantes y clubes de burlesque.
Shekhawati es una región del estado de Rajastán famosa por sus pueblos a cuyas calles abren sus puertas tradicionales havelis decoradoras con infinidad de pinturas, pero en los que también se pueden visitar mercados, fuertes y templos. Esta zona cuyo nombre proviene de quien la gobernó en el s.XV, Rao Shekha, se encuentra en la antigua ruta de la seda y hoy parece un verdadero museo al aire libre. No son demasiados los viajeros que llegan a sus poblaciones, Mandawa es la más visitada y la que cuenta con mayor infraestructura hotelera, además de ser la más accesible en la ruta que llega desde Delhi y que continúa hacia Bikaner.
Últimamente han sido varios los viajeros que me han preguntado por Nepal, por si el país merece la pena si no se hace un trekking y si hay algo más aparte de Katmandú. Pues bien, yo le dediqué tres semanas a este país y no paré de hacer cosas, entre las cuales no se contaba ninguna salida por las rutas de montaña del país. Aquí comparto de entre mis recuerdos de Nepal el top de los lugares que me parecen merecedores de ser conocidos en un viaje a este pequeño gran país. Porque sin duda hay cosas alucinantes que querrás hacer en Nepal y que casi siempre quedan a la sombra de la capital del país. Y es que hay mucho que ver en Nepal más allá de Katmandú.
La antigua Rangún es hoy una ciudad ruidosa llena de lugares especiales que van desde lo puramente comercial a lo más espiritual. Aunque visitar estos lugares requiere muchas veces cruzar la ciudad de punta a punta todos ellos merecen ser incluidos en una lista de imprescindibles de la capital de Myanmar, Yangón.
Shwedagon pagoda
Sin duda el emplazamiento budista más importante no solo de Yangón sino también de Myanmar. Está presidido por una magnífica paya (estupa) dorada ubicada en el centro de una gran explanada rodeada de otros templos. Se puede acceder al lugar por cuatro monumentales escaleras y caminar descalzo por todos los rincones del monumento. El mejor momento para visitarlo es al caer la tarde para disfrutar de la iluminación nocturna de la pagoda.
Botataung paya
Ubicada muy cerca del gran río Ayeyarwadi visitar este lugar tiene doble recompensa. Por una lado poder acceder al interior de una paya y por otro ver muy de cerca el río más importante del país y observar la vida de los birmanos a sus orillas.
Esta pagoda hueca contiene una especie de laberinto con espejos y vitrinas de cristal con antiguas reliquias entre las que destaca un cabello de Buda, lo que hace a este lugar especialmente sagrado.
Chaukhtatgyi Paya
Una de las mayores imágenes de Buda yacente de Myanmar se encuentra no muy lejos de Shwedagon Paya. Una gran nave de techo de metal cubre la preciosa estatua blanca y dorada en la que destaca la decoración de la planta de sus pies.
Mercado de Bogyoke Aung San
En el corazón de Yangón se encuentra este inmenso mercado con más de 2000 puestos de todo tipo de productos: frutas, electrónica, artesanía… Se extiende por la calle que le da nombre y por las de alrededor, ocupando incluso algunos puestos de comida los pasos elevados de peatones. Es toda un experiencia pasear por el lugar, se puede dedicar medio día a hacerlo sin llegar a aburrirse en ningún momento.
Strand Hotel
Con una fachada que evoca el pasado colonial de la ciudad, este hotel invita a entrar para tomarse un respiro del caos de la ciudad. Sus plantas, ventiladores y decoración son excelentes para desconectar por un rato. Es un lugar caro, pero aunque uno no tome nada sin duda merece la pena curiosear por su interior.
A esto se puede sumar un paseo por lo que queda del barrio colonial de Yangón y por supuesto seguir visitando pagodas, pero esto que os recomiendo sin duda fue para mi lo más interesante y merecedor de que un viajero le dedique su tiempo.
Después de nuestro viaje al país de los incas puedo asegurar que de las cosas más divertidas que se puede hacer allí es visitar los mercados peruanos. Aunque puede parecer que visto uno vistos todos, nada más lejos de la realidad. No es igual un mercado de una ciudad como Cusco al de un pueblo poco turístico como Capachica. Os cuento nuestro paso por cada uno de ellos y veréis las diferencias.
El Mercado de San Pedro en Cusco es el más grande que visitamos. No es un lugar turístico aunque actualmente en su interior hay una zona dedicada a la artesanía que puede interesar a los viajeros. Se trata de un edificio cerrado y enorme donde todo está ubicado por concepto. Es decir, los puestos de pan están juntos, los de carne igual, e incluso los de flores o zumos. Depende de lo que necesites basta con ir a una zona concreta y encontrarás todas las opciones. Además en uno de sus extremos hay un montón de puestos de comida preparada y mesas, basta pedir que quieres y comerlo allí mismo.
En este caso el mercado no acaba entre las paredes del edificio, alrededor del mismo e incluso en alguna calle cercana continúa la venta de productos.
Este es uno de esos mercados peruanos donde te puedes cruzar igualmente con el trabajador que ha acudido a comer, con la señora que hace la compra o con el viajero despistado al que hay que recordar que tenga cuidado con su mochila.
En Puerto Maldonado no hay mucho que hacer, de modo que mientras esperábamos para ir al aeropuerto dimos una vuelta por los puestos de su mercado. Zapatos, ropa y objetos para la casa ocupan puesto tras puesto en una serie de calles peatonales, mientras que los de carne y pescado están en un pequeño edificio techado donde sin duda las condiciones en las que se expone la comida están muy lejos de lo que nosotros pensamos debe ser el modo de conservar los alimentos: ni protección ni refrigeración, todo está a la vista y al alcance de la mano. En este mercado también vimos la zona de comida preparada, pero como era muy pronto no había nadie aún.
En este caso la zona dedicada a productos para los turistas en mínima pues la artesanía de la zona es poca.
Capachica es un pequeño pueblo pero a la vez el más grande de la península del mismo nombre. En él se celebra uno de esos típicos mercados peruanos semanales al que acude gente de todos los pueblos de la zona. El recinto donde se celebra dicho mercado está a las afueras del pueblo y se trata de un recinto cerrado en su perímetro, dentro del cual hay un gran espacio cubierto por metros y metros de uralita que dan sombra al lugar. Los puestos se colocan directamente en el suelo, uno tras otro y de nuevo ordenados por tipo de mercancía: ropa, mantas, pescado, perfumería… A mi fue este el mercando que más me gustó de todos los que visitamos, no había ni un solo turista y paseamos tranquilamente de puesto en puesto haciendo fotos mientras a nuestro lado pasaban mujeres ataviadas con el traje tradicional de la zona.
Aquí además no hay productos para el turismo, si uno ve telas tradicionales son las que usan ellos, no son puestos pensados para los viajeros por lo que este mercado es un ejemplo absoluto de la forma de comprar del peruano fuera de las ciudades.
Los domingos se celebra un gran mercado en Chinchero, un bonito y turístico pueblo del Valle Sagrado. Pero es por la mañana cuando está en todo su apogeo y se pueden adquirir todo tipo de productos. Pero nosotros llegamos tarde y todo lo que son productos de consumo diario ya habían recogido quedando tan solo los puestos de artesanía para turistas. La verdad es que estaba todo lleno de color: se sumaban los intensos colores de la mercancía a la venta con los vivos colores de los trajes de las vendedoras.
Este mercado tiene lugar junto a la plaza y es similar al de Capachica aunque mucho más pequeño. Igual que en este último, en Chinchero todo se coloca directamente en el suelo en un lugar sin paredes donde lo único que protege es un techado.
Aquí ocurre algo curioso con los puestos de artesanía. Alrededor de las cuatro y media las mujeres comienza a recoger todo y cargarlo a su espalda para subir a la plaza de la iglesia. Al preguntarlas la razón de esto nos explicaron que en los tours del Valle, Chinchero es el último lugar que se visita, y como todos van a la iglesia y a los restos incas que están allí es mejor para ellas subir pues es más sencillo vender.
Pisac sin duda es el rey de los mercados peruanos del Valle Sagrado. Antes se celebraba tres días a la semana durante los cuales el lugar se llenaba de turistas. Ahora sigue siendo esos tres días, pero el resto de la semana se mantiene un gran mercado fijo de artesanía en la plaza y por algunas de las calles de la pequeña población.
Nosotros decidimos ir un día de “no mercado” para evitar las aglomeraciones y gracias a ellos disfrutamos del lugar con cierta paz. Subimos primero a la ciudad inca, y al bajar andando al pueblo de repente vimos una masa blanca en el centro de Pisaq. Más tarde descubrimos que no era otra cosa que los plásticos con los que se tapan los puestos.
Ya en el pueblo había tantos puestos que no hubiera sido capaz de contarlos, no quiero ni pensar como puede estar el pueblo cuando de verdad sea día de mercado. Sin duda está orientado al turista, venden tantas cosas que debe ser difícil salir sin nada, aunque sea una simple pulsera. El color te rodea por todas partes y te invita al menos a acercarte a curiosear.
En Puno decidimos ir andando desde el hotel al embarcadero de ferrys y gracias a ellos descubrimos el mercado de la ciudad. Se realiza directamente en la calle, en algunos casos junto a las vías de un tren que ahora no pasa. Los vendedores llegan y depositan sus sacos con los productos en el suelo, y en algunos casos, lo que venden pasa a estar directamente sobre la calzada. Una vez más si quieres patatas tendrás todos los puestos juntos, si quieres fruta, lo mismo… En este caso y a pesar de que curiosamos un montón lo que vimos fueron de pescado o carne, o al menos no logro recordarlo.
Este es uno de esos mercados peruanos donde no verás turistas ni mercancía para ellos. Si quieres comprar comida, sin embargo, es el lugar perfecto donde encontrarla.
Solo queda recomendaros que aunque vuestra intención no sea ni hacer la compra ni ir de compras visitéis los mercados peruanos, haréis muchas fotos y podréis observar comida y objetos que probablemente en vuestro país ni existan.